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12/11/2012

Invertir en los jóvenes

Por su interés, reproducimos el artículo de opinión publicado ayer en el diario El País

En España hay más de un millón de jóvenes que no han terminado la secundaria. En un momento en que la tasa de desempleo entre los menores de 25 años es del 52,3%, carecer de estudios puede ser un pasaporte a la exclusión social. Por eso hay que celebrar el nuevo modelo de formación profesional aprobado en el último Consejo de Ministros. El nuevo sistema incluye dos formas de acceder a una cualificación técnica: a través de una nueva modalidad de formación profesional dual, en la que al menos un tercio de los estudios han de realizarse en forma de prácticas en empresas colaboradoras, o directamente a través de una empresa, mediante un nuevo contrato de formación y aprendizaje de entre uno y tres años de duración.


Las empresas podrán ofrecer este contrato a jóvenes de entre 16 y 30 años, aunque al ministra de Trabajo anunció que, en el futuro, cuando la situación económica mejore, la edad máxima será de 25 años. Los jóvenes tendrán una remuneración equivalente al salario mínimo profesional y cotizarán a la Seguridad Social. Al término del contrato, obtendrán un certificado de profesionalidad, pero si quieren obtener un título de Formación Profesional deberán completar estudios en un centro educativo homologado. Es de esperar que este contrato permita la inserción laboral de muchos de los jóvenes que ahora están en paro y que de otro modo tendrían todas las puertas cerradas, pero el éxito dependerá de la coyuntura económica.


A diferencia de los jóvenes que se formen a través de este contrato, los que accedan a través de la red educativa de formación profesional dual no tienen garantizado que las prácticas que han de realizar en las empresas estén remuneradas. El decreto que desarrolla la norma lo deja al albur de que las Administraciones o las propias empresas habiliten recursos o becas para ello. Pero si se considera que el trabajo en prácticas debe ser recompensado puesto que aporta productividad a la empresa, no parece lógico que se establezcan diferencias por el modo de acceso. Es un contrasentido que debería corregirse.


El nuevo sistema dual está inspirado en el modelo alemán, que ha dado excelentes resultados en ese país. Pero todos los analistas consideran que la clave de ese éxito es la colaboración de las empresas, fruto de una cultura empresarial que considera la formación de sus trabajadores un elemento esencial de su competitividad. No es esa la cultura que ha predominado hasta ahora en España, donde no abundan los empresarios dispuestos a invertir en un tipo de intangibles que no están seguros de poder capitalizar. Así lo ha demostrado el plan de formación aplicado por el Gobierno vasco, cuyos resultados han quedado lejos de lo esperado por falta de compromiso empresarial. Las Administraciones han de mejorar la oferta educativa, pero las empresas han de entender que ellas serán las principales beneficiarias de esa formación y, por tanto, han de hacer un mayor esfuerzo del que han hecho hasta ahora


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